Hace aproximadamente un año, en una nota que salió publicada en la revista El Poeta y su Trabajo, al referirme a los poemas de Régis Bonvicino, poeta brasileño que nos visita en estos días con motivo de la Feria del Libro de la Ciudad de México, los describí como “esqueletos de lo efímero, el sostén imperceptible de la existencia hecho lenguaje”. Tenía en mente no sólo el título de su libro Ossos de borboleta (1996) –huesos de mariposa–, sino el mundo que existe en esa breve y densa muestra de las posibilidades de una tradición de búsqueda muy de la poesía brasileña, esa pasión que vive en el deseo de abandonar el presente para fundar otro presente y que es uno de sus grandes veneros. Y digo “búsqueda” porque los calificativos “de vanguardia” o “experimental” hoy suenan gastados, de museo. Se me objetará que la verdadera y duradera poesía siempre es búsqueda, o hallazgo y desarrollo de una “voz propia”, una voz distinta que difiere de las corrientes centrales de una tradición. No obstante, en el río de la poesía podemos ver que hay corrientes que serpentean con gracia o incluso con muchísima fuerza pero que no logran mover una sola piedra de su lecho.
¿Sobre qué descansa la poesía, el río de la poesía? Sobre una lengua, que sería su lecho, pero una lengua en la plenitud de su mutabilidad, una lengua a la que se hace mostrar sus posibilidades de renovación, sin que esto suene a cliché o a programa, ni necesite un antecedente prestigioso. Como dice Régis Bonvicino, en una entrevista con Reynaldo Jiménez: no se puede citar a Mallarmé para decir que el poeta “da un sentido más puro a las palabras de la tribu”, cuando no sabemos ni de qué tribu –si acaso es tribu– ni de qué pureza estamos hablando, cuando la escena de la poesía actual –y de la literatura en general– se parece más a la del actor sin auditorio. Pero volviendo a la imagen del río, no basta para la poesía que se posea una lengua, si se la manipula como una escandalosa bandera vacía, si las modificaciones del lecho del río no llevan a ningún lugar. ¿Para qué tanto ruido si en el fondo no hay sustancia? La orfebrería de alto nivel, cuando no la demagogia aplaudida en los diferentes ghettos, es lo que acaba teniendo “éxito”.
En el panorama actual de la poesía brasileña, Régis Bonvicino es una de las principales voces que con paso firme han ido construyendo un registro propio dentro de esta tradición de búsqueda. Régis Bonvicino debutó con Bicho de papel (1975), plaquette en la que incursionó en la poesía espacial-visual, concreta y de permutaciones de palabras y signos. Posteriormente publicó Régis Hotel (1978) y Sósia da cópia (1983), que fueron reunidos con la anterior plaquette en Primeiro tempo (1995), edición revisada y acompañada de algunas reseñas y notas, entre las que destacan las del hoy legendario poeta curitibano Paulo Leminski. En estos libros se suman, a los anteriores recursos, el poema-cómic, el despliegue tipográfico, el poema-formulario, el poema-fotografía, la traducción y la parodia. Le siguieron Más companhias (1987) y 33 poemas (1990) en que se percibe el gradual abandono de los recursos visuales, la conservación asordinada de una sintaxis espacial y la persistencia de gestos interjectivos y onomatopéyicos. Outros poemas (1993) inicia ya una fase de asentamiento y depuración: la parodia y la ironía sobreviven al humor jocoso de sus primeros poemas, la aspereza y violencia de su lenguaje se afinan y el verso comienza a acortarse significativamente, o a acomodarse en la caja de un poema-prosa/prosa-poema.
En Ossos de borboleta (1996) y Céu-eclipse (1999) es posible identificar una vuelta de tuerca más. Régis ha incorporado su conocimiento y contacto (en ocasiones vía traducción) con poetas norteamllace Stevens, Robert Creeley y Michael Palmer. El resultado es sorprendente. En sus manos y bajo su mirada, la desnuda palabra heredada de João Cabral de Melo Neto, la palabra a hueso y a “palo seco”, enfrenta el desierto de la página. Frecuentemente no hay un silogismo enrarecido, como sucede con Cabral, sino restos de él que producen, como en el poema “Me transformo”, un extrañamiento metafísico: “Me transformo,/ otra ventana –/ otro/ que se aleja y no se reaproxima// en las desobjetivaciones y reactivaciones,/ en las líneas y realineamientos/ otros/ me atraviesan// muerto de ser/ cosas pierden sentido/ expresiones figuradas como/ huesos de mariposa// me transformo/ en la observación/ de un pétalo//*// Me destransformo/ la misma ventana –/ otro/ que no se aleja// En las desobjetivaciones,/ alineamientos/ y líneas inexistentes/ iguales me repasan// Retrato desactivado,/ taxidermista de mí mismo.” La fijeza de la atención produce imágenes brillantes en que la palabra reverbera, fónica e imagéticamente, más allá de las abstracciones y las jaulas del concepto. Algo similar sucede en el inquietante poema “Ego”: “Ego despega/ sirena y calavera// Narciso/ de un yo// impreciso Bosch/ a la altura de la clavícula// Especie de cogito/ del signo incógnito// Hombre sin sombra// en la piel,/ cuerpo en torno del casi nada.”
Del último libro de poemas de Régis Bovicino, Remorso do cosmos (2003), es necesario subrayar el trabajo con el léxico y la presencia del universo vegetal. “Cuarto poema (Canalla densamente canina)”, de donde extrae el título del libro, es un buen ejemplo de su clima y fisionomía: “Flores exhalan miedo/ cólera de color,/ magnolias exhalan silencio// tulipán intimidado// el idioma de los miedos/ hojas caducas/ de las caléndulas sin enero/ remordimiento del cosmos// de haber venido al sol/ la rosa y su/ perfume, seco/ sombra// aterrada de begonia/ azul de hortensia,/ visco esquivo,/ tenso// crisantemo en pánico/ pétalos rojos del rododendro/ trémulos no/ del viento.” También destaca el uso de la traducción en “Sin título (dos voces)”: pares de versos en inglés y portugués se acompañan haciendo eco uno del otro y en el camino difieren causando episodios de extrañamiento. “Manifiesto”, el breve poema que abre el libro, es de notar por su violencia e ironía: “Boca de mil dientes/ Intermitente/ escupe los fardos.” El uso de signos como “&”, “@” y los paréntesis es discreto y oportuno y contribuye a generar ese momento de lectura que imanta y lleva a la relectura.
Régis Bonvicino nació en 1955, en la ciudad de São Paulo, donde siempre ha vivido. A lo largo de los años ha hecho lecturas de poemas en Buenos Aires, Miami, San Francisco, Los Ángeles, París, Marsella, Coimbra, Nueva York, Chicago y otras ciudades. Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, español, catalán, danés y chino. Ha publicado libros en Estados Unidos y Portugal. Es editor de la revista semestral de poesía Sibila, fundada en 2001, y escribe regularmente en el periódico brasileño O Estado de São Paulo. En la página http://sites.uol.com.br/regis/, es posible encontrar más detalles acerca de la trayectoria de este importante poeta.
Rodolfo Mata
La Jornada Semanal
10 octubre 2004 – núm. 501