Ego es el poema con el que Régis Bonvicino abrió sus Huesos de mariposa (Ossos de borboleta), publicado en 1996: “Ego despega / sirena y calavera // Narciso / de un yo // impreciso Bosch / a la altura de la clavícula // Especie de cogito / del signo incógnito // Hombre sin sombra // En la piel, / cuerpo en torno del casi nada”. La recopilación mexicana Poemas, recoge la producción de este poeta brasileño, discípulo de Joâo Cabral de Melo, que va del año 1990 al 2004. Además de inéditos, el lector encontrará sus poemarios Lamento del cosmos (de haber venido al sol), Cielo-eclipse, Huesos de mariposa y 33 poemas. A Régis Bonvicino le interesa lo actual, o más que interesarle, es un espejo profundo y radical de lo actual. Renovador de la poesía, es uno de los mejores poetas brasileños de los últimos tiempos. Y asalta el poema a cuchilladas: lo destripa, le da la vuelta, lo piensa, lo calcula, lo reformula y lo expulsa. Parece como si al escribir se le desprendiera parte del cuerpo, de la cabeza, y eso quedara fijado en papel. La carnalidad, el descarnamiento, más que cualquier otro concepto, se palpa en su escritura. Y para practicar los cortes no utiliza cuchillos de sílex, sino cuchillos marca Müller-Germany, Zwilling J.A. Henckels, permanentemente afilados. Como escribe Eduardo Milán en su presentación del poemario: “Arisca, a veces violenta, desgarrada e impiadosa con el yo que la emite, la poesía de Bonvicino participa de la convulsión de un mundo en estado de convulsión”. Así es. Bonvicino bombardea con cada palabra, y siembra las calles que uno transita habitualmente. Pero esas bombas no hieren, no dañan físicamente (sí espiritualmente, como debe hacer toda buena poesía). Son cargas de profundidad que socavan el pensamiento, que lo revuelve, que lo agita de tal forma que la realidad, desnuda, muestra al iniciado por primera vez sus huesos de mariposa.
Iván Humanes Bespín, Barcelona, 2007